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Sep 09 - Spanish Author Defends Gibraltar’s Right To Self-Determination

LA AUTODETERMINACIÓN DE GIBRALTAR

By Rafael Rossello Cuervas-Mons

El único camino que le queda a Gibraltar es la "autodeterminación" que desemboque en un Estado Libre asociado como el resto que forman la Commonwealth, ya que, actualmente, Gibraltar es una "ratonera" política entre la ofuscación de esa parte de España que lleva impregnada en los genes la propiedad del Peñón y una diplomacia británica para la que Gibraltar no es un asunto primordial.

Todos los problemas que Gibraltar tiene con España son como una enfermedad que no se ha curado a tiempo y que se ha hecho crónica, y la única manera que hay para erradicarla es utilizar el bisturí, y es así porque lo único que ha perdurado desde la época de Franco ha sido esa "señera" patriótica que nos instiga, a los españoles, a gritar "Gibraltar español" como los aficionados a la tauromaquia no pueden evitar gritar el "olé" cuando se hace una buena faena.

Desde que el gobierno de Rajoy, con Margallo a la cabeza, comenzó las incursiones en la frontera hispano gibraltareña con la arrogancia del que desprecia a su vecino y con la única motivación de una representación de fuerza y soberbia ante una población que considera vasalla, los habitantes de la Roca han sido más conscientes de que no pueden seguir en estas condiciones de amenazas y enfrentamientos.

Gibraltar, como todas las poblaciones, tienen un pasado, pero al pasado tiene que prevalecer siempre el presente y el futuro, y si Gibraltar alguna vez formó parte del Reino de España lo fue durante un escaso tiempo y bajo la dominación de una España que para nada se parece a la actual. Por otro lado, la memoria de los gibraltareños les remite, como es lógico, a trescientos años de historia como británicos y a haber participado de las gestas y los infortunios de ese pueblo. De su más reciente memoria está la Segunda Guerra Mundial y se halla esa explanada que hoy en día reclama España como suya sin querer recordar que España tuvo un papel más que ambiguo en esa contienda y que, para conseguir mantenerse al margen de ella, cedió ese espacio a Gibraltar y envió la División Azul: una de cal y otra de arena.

Pero sobre todo, Gibraltar ya es mayor de edad y no tiene porqué estar aguantando las recriminaciones de otros que se consideran con derecho a hacerlo porque una vez, hace ya cuatro siglos y medios, se izaron unos estandartes que nada se parecen a la bandera actual de España que la estrenamos con Carlos III, años después de haber cedido el Peñón a la Corona Inglesa. Por lo que pretender que los gibraltareños puedan sentir por nuestra bandera algún apego es una pretensión esperpéntica, ya que, por el contrario, esos colores, rojo y gualda, tan sólo les recuerda años de reclusión, de ostracismo y de animadversión.

Yo soy de los que opina que con la "autodeterminación" de Gibraltar y con su bien ganada soberanía se extinguirían unos problemas absolutamente absurdos y que, casi siempre, son provocados por exaltados que consideran que la integridad territorial está por encima de una historia, de unas tradiciones y de un derecho innato de un pueblo que hace tres siglos que, por activa y por pasiva, nos están diciendo que ni se consideran españoles ni tienen el más mínimo interés de planteárselo.

Las aguas territoriales, que se han estado utilizado como excusa, por parte del gobierno español, para establecer su dominio, son el claro ejemplo de un desconocimiento de la situación actual, de un mundo en el que se niegan a compartir sus leyes y sus convenios aferrándose a otro acuerdo arcaico donde ni tan siquiera se podía contemplar ese termino por inexistente. España, con respecto a Gibraltar, quiere hacer un viaje al pasado, a un pasado, por cierto, que sería más digno obviar, ya que la historia, la historia de verdad, no nos deja, en la mayoría de las ocasiones, en un lugar excesivamente honrosos con respecto a otros reinos y bastiones que han estado bajo nuestro yugo.

España es tan peculiar que permite que se manipule nuestra historia para que ciertas regiones, territorios que no cabe la menor duda siempre nos han pertenecido a todos los españoles, se inventen reinos y naciones que nunca existieron, que se icen banderas fantaseadas hace escasos años o que se cuadren altos mandos del ejército español ante himnos compuestos de una manera improvisada para acompañar a esos estandartes que la fantasía más disparatada nos ha impuesto y, sin embargo, se niega a reconocer que hay un pueblo que hace trescientos años se separó de nuestro destino recorriendo un camino totalmente diferente al nuestro. Un pueblo que en los siglos más importantes para la humanidad porque han sido cuando ha habido las grandes revoluciones sociales, industriales o científicas, ya no pertenecían a nuestro reino ni vivían bajo nuestras leyes, que tenían otras y que esas leyes de las que se rigieron durante todos estos años desembocó en otras, sólo de ellos, cuando redactaron su Constitución.

Gibraltar tiene derecho a su autodeterminación, se lo han ganado, y tienen derecho al respeto de sus vecinos con los que actualmente, desde que se abrió la verja y se admitió a España en la Unión Europea, gozan de buenas relaciones. Porque el problema de Gibraltar no son los españoles, el problema de Gibraltar es que los gobiernos de España, todos, guardan a esa población cual misil como una afrenta que se puede utilizar cuando la ocasión lo requiera: Gibraltar es recurrente para desviar la atención de otros problemas o para despertar un patriotismo que ellos, los políticos, no se atreven a defender ante esas regiones que nos imponen su autogobierno y falsean nuestra historia común aseverando no sentirse ciudadanos de la nación de la que portan su pasaporte.

Yo espero que Gibraltar algún día sea un Estado Libre y que desde España se les mire con respeto y amistad.